Anestesiando la belleza con Lambchop


La belleza nunca ha sido un problema para Kurt Wagner. Tanto tiempo puliendo suelos y encerando tarimas de madera deben haberle enseñado la importancia de un buen acabado, algo que se nota en el mimo y la bellísima factura con la que viene resolviendo sus citas con el estudio desde mediados de los noventa. Oh (Ohio) no es ninguna excepción y, después del revés trágico de Damaged, el barítono de Nashville se acomoda de nuevo en la sublime parsimonia del soul a medio derretir para firmar un álbum que, como How I Quit Smoking y Nixon, rezuma belleza, emoción y sabiduría.

A pesar de que hubo un tiempo, más o menos a la altura de Is A Woman, en el que ese elogio de la lentitud y la calma amenazó con convertirse en un recurso desapasionado, Oh (Ohio) recupera la mejor versión de una banda que, en formato reducido –son ocho, pero habían llegado a ser veinte–, acaricia suavemente sus instrumentos y destila la esencia de la música de raíces norteamericana para disipar cualquier atadura estilística y firmar maravillas atemporales como National Talk Like A Pirate Day, A Hold Of You y Sharing A Gibson With Martin Luther King Jr. No se limitan los estadounidenses a abrillantar melodías y avivar la llama de su contry-soul intimista, sino que consiguen que, durante unos minutos. las cosas parezca más bellas y hermosas. Mejores.



(Texto publicado originalmente en el suplemento ABCD Las Artes Las Letras el 20 de octubre de 2008)

Al Green, el gran predicador del soul

Al Green inyectó un poco de soul al Festival de Jazz de Barcelona

Fue breve, apenas una hora y cuarto, pero si alguien hubiese acercado un termómetro al escenario de L'Auditori de Barcelona, a buen seguro que el mercurio se habría desintegrado. Setenta y cinco minutos de historia viva alimentando las calderas de la música negra con carbón del bueno. No necesitó más Al Green, el reverendo Green, para demostrar que su voz aguanta el paso de los años de forma prodigiosa e inflamar un recinto que, en la recta final de la sensacional e inmensa "Love And Happines", ya se había entregado por completo a la euforizante ceremonia de esta leyenda del soul en plena forma.

Acompañado por una nutrida sección instrumental, el autor de "Sha La La (Make Me Happy)" no se anduvo con demasiados rodeos y, ya desde la inaugural "I Can't Stop", se adueñó del escenario y desplegó con maestría su ritual de guiños, cabriolas vocales y enérgicos movimientos. A sus 62 años, Green no paró quieto ni un momento y firmó una monumental exhibición de fuerza mientras aprovechaba cualquier momento para repartir rosas entre el público femenino y deslizar proclamas religiosas y amorosas.

Verlo sobre el escenario moldeando a su antojo la intensidad de las canciones, subiendo y bajando el ritmo y frenando en seco las interpretaciones de "Everything's Gonna Be Alright" y "How Can You Mend a Broken Heart" para, acto seguido, conducirlas hacia un acalorado clímax, es una de esas experiencias que le cargan a uno las pilas para lo que queda de semana.

Sonaron imponentes versiones de "Let's Stay Together" y "Tired Of Being Alone", pero acaso uno de los momentos más insólitamente intensos fue ese medley en el que atacó fragmentos de canciones de The Four Tops, The Temptations, Sam Cooke y Marvin Gaye, clasicazos del género mil veces versionados que, sin embargo, sonaron en boca de Green como recién salidos del horno, con un fuelle y una fuerza fuera de lo común. Enorme. "Si Dios me ha dado el don de conmover a la gente, ¿cómo oponerme a su voluntad?", ha dicho Green en alguna una ocasión. Y, ante una afirmación así, sólo hay una respuesta posible: Amén.

Lou Reed, poeta por un día

El músico neoyorquino aterriza en Kosmopolis para ofrecer un recital de poesía catalana acompañado “virtualmente” por su esposa, Laurie Anderson. Esta es la versión larga del texto que, por cambios de última hora, aparece en versión jibarizada aquí.



No es fácil cazar a Lou Reed en un renuncio. Tanto tiempo escarbando en busca de palabras y encajando rimas y jugando con las palabras le ha conferido al músico neoyorquino una agilidad verbal que nada tiene que ver con ese rostro enjuto y marmóreo con el que observa cuanto le rodea. No mueve un música, pero su cerebro trabaja deprisa. Lo sabe bien ese periodista que, deseoso de arrancarle alguna declaración sobre la crisis económica, le preguntó si confiaba en los bancos de su país y destapó sin querer la caja de los truenos. “¿Bancos americanos? Un gran tema, pero estamos hablando de literatura”, contrarrestó Reed, devolviendo la pelota con un revés envenenado. “¿Por qué no hablamos mejor de los vascos? Sí, del conflicto vasco. ¿Estás a favor o en contra? ¿No te preocupa? Yo estoy interesado en todos estos conflictos, ya que todos los países tienen alguno y sus consecuencias nos acaban afectando a todos?”, aseguró Reed ante el estupor general.

El autor de "Transformer", de visita en Barcelona para participar en el festival Kosmopolis con un recital de poesía catalana y presentar “Travessa el foc: recull de lletres” (Empúries), volumen que recoge todas las letras de sus canciones desde 1967, no tardó en zafarse de las apreturas promocionales y abrió fuego contradiciendo al director del Grup 62, Fèlix Riera, quien minutos antes le había presentado como un creador oscuro. “Me empieza a cansar que se diga que soy oscuro. A quienes dicen eso les diría que leyesen 'Macbeth', 'Hamlet' o ·'El Rey Lear' o a Edgar Allan Poe. Suele decirse que 'The Bed', de 'Berlin', es una canción que deprime pero, ¿y qué hay de 'Otelo'?”, señaló Reed, para quien su visión del mundo es estrictamente realista. “Hace años, en Nueva York se editaba un diario en el que únicamente se publicaban noticias felicias. A mí me interesan el mundo real y las noticias reales, no las felices”, añadió.

Será por eso que, acto seguido y después de bromear sobre que si Obama no ganaba las próximas elecciones “tendrían que trasladarse a Barcelona”, Reed pidió que alguien le explicase lo que estaba ocurriendo con Federico García Lorca. “Me ha interesado mucho toda esta historia de que quieren exhumar su cadáver así que, come on, explicadme qué pensáis”. No es la primera vez que el cantante y compositor muestra su admiración e interés por el autor de “Poeta en Nueva York”. De hecho, recordó su paso por Huerta de San Vicente de Granada, la Casa-Museo de Federico García Lorca, donde conoció a la sobrina del poeta y descubrió la guitarra “que Lorca se colocaba justo encima del corazón cuando tocaba”.

“Ya me han dicho que no confunda la poesía catalana con la española”, reconoció Reed quien, sin embargo, se mostró mucho menos explícito sobre su relación con el poemario catalán. Uno de sus primeros contactos, asegura, fue el espectáculo Made In Catalunya en el que recitó poemas Joan Brossa, Salvador Espriu, Josep Carner, Joan Vinyoli, Joan Salvat Papasseit, Carles Riba, Pere Gimferrer o Miquel Martí i Pol junto a Patti Smith y Laurie Anderson. Fue en marzo de 2007 en Manhattan y, según explica, su conocimiento de la poesía catalana había sido más bien discreto hasta ese momento. Aún así, Reed reconoció que algunos de estos poemas los siente “muy próximos”, como si los hubiese escrito él mismo. Esta noche repetirá la experiencia en el Hall del Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona acompañado a distancia por su esposa, Laurie Anderson, quien participará en el montaje desde Berkley a través de una conexión en tiempo real.




Lou Reed, en marzo de 2007, recitando "América", d'Enric Cassases

Paul Weller, una leyenda sin fecha de caducidad



A Paul Weller te lo acabas creyendo haga lo que haga. Ése es su secreto y lo que le ha permitido mantenerse en activo durante más de tres décadas. Incluso cuando su carrera en solitario se había convertido en un socorrido refugio para seguir abrillantando ese soul-rock adulto tan poco apasionante, sus directos seguían conservando ese plus de elegancia y vigor propio de alguien que acumula horas de vuelo y pasados históricos al frente de The Jam y The Style Councyl. Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado y el espléndido «22 Dreams» ha equilibrado por fin la balanza. El último disco del británico no sólo ha dignificado su discografía más reciente, sino que ha revitalizado una puesta en escena en la que Weller se quita de encima diez o quince años con una facilidad pasmosa.

Acompañado por el respaldo instrumental de Steve Cradock (guitarras), Andy Lewis (bajo), Andy Crofts (teclados) y Steve Pilgrim (batería), el hombre que rechazó una condecoración como Comandante del Imperio Británico se reencontró el viernes en el Espacio Mivistar de Barcelona con la mejor versión de sí mismo y, durante casi dos horas, exhibió con todo lujo de detalles el inesperado repunte creativo que ha acompañado a su último trabajo. Enérgico, brioso y crispado, Weller se vació para firmar una primera hora sencillamente memorable, con ágiles diálogos entre guitarras y teclados y rotundas y veloces versiones de «Wild Blue Yonder», «Paper Smile», «For The Floorboards Up», «Changingman» y «All I Wanna Do (Is Be With You)». Como en sus mejores tiempos, el autor de «In The City» trenzó su voz a unas detonaciones de pop urgente y correoso que, poco a poco, se fueron transformando en inyecciones de soul estilizado y pinceladas de psicodelia.

(Setlist de Weller en Barcelona, aunque a partir de "One Bright Star" lo cambió completamete)

Fue justo después de «Shout To The Top», cita añeja a The Style Council y vendaval rítmico que puso la pista del Espacio Movistar patas arriba, cuando el concierto perdió algo de intensidad y el autor de «Wild Wood» se centró en su faceta más ensimismada con dilatadas excursiones instrumentales -«Porcelain»- y recesos acústicos -«Night Lights», «The Butterfly Collector»- que enfriaron un tanto el rumbo de la noche. No fue, sin embargo, más que un descanso para recuperar fuelle y preparar la estocada final, un golpe de gracia que empezó a fraguarse con los calambrazos de «Echoes Round The Sun» y «Come On» y que desembocó en una espléndida tanda de bises en la que Weller, eufórico y desbocado, no tuvo más remedio que acordarse de The Jam y rescatar «That´s Entertainment» y «A Town Called Malice», guiños finales que acabaron rubricando su condición de leyenda en plena forma y sin fecha de caducidad a la vista.


Muere Levi Stubbs


Levi Stubs (el primero por la derecha) junto al resto de Four Tops

Pues sí, siempre se mueren los mejores, Levi Stubbs era de los buenos. Pero de los buenos-buenos de verdad, un cantante con un ciclón en la garganta que, además de liderar a los Four Tops, hizo de la elegancia y el poderío vocal uno de los rasgos distintivos de la Motown, sello para el que despachó más de 50 millones de copias. Frecuentemente comparado con Frank Sinatra, Stubbs falleció ayer en Detroit después de ocho años apartado de los escenarios debido a cáncer y a un derrame cerebral.

Busquen su voz en éxitos de la talla de "Baby I Need Your Loving", "I Can't Help Myself (Sugar Pie, Honey Bunch)", "Reach Out I'll Be There" y "Bernadette", clásicos inmarchitables que siguen marcando la historia del soul.

Can’t Forget The Motor City: caldeando el 50 aniversario de la Motown

¿Se puede resumir la historia de la Motown en sólo cinco canciones? Está claro que no, pero por intentarlo que no quede. Ese es el desafío que propone el legendario sello de Detroit ante la proximidad de su 50 aniversario: sondear las preferencias de su público, hacerles escoger sus cinco canciones favoritas y utilizar los resultados de las votaciones para confeccionar el repertorio de un nuevo recopilatorio que saldrá a la venta el próximo 2 de diciembre. Para votar basta con entrar aquí.

Teniendo en cuenta que el 99,9 por ciento de las canciones editadas por el sello entre 1959 y 1971 son obras maestras del pop –la segunda parte de la historia, la californiana, ya es otro cantar-, el reto es tremendamente complicado. Seguro que el protagonista de “Alta Fidelidad” –o, en su defecto, el mismísimo Nick Hornby- llevaría una semana despellejándose los dedos y mordiéndose las uñas intentando decidirse entre el “Let’s Get In On” de Marvin Gaye o el “Help Me Make It Through The Night” de Gladys Knight & The Pipes pero, ya saben, sólo se pueden votar cinco. Sí, cinco. En fin. Después de intentarlo, darle mil vueltas a la posible lista y dejar un sinfín de candidatos en la cuneta (doloroso, sí, pero es lo que hay), una posible versión de mi Top 5 Motown sería:

“Standing On The Shadows Of Love”__The Four Tops


“Ball Of Confussion"__ The Temptations


“Bernadette”__ The Four Tops


“Stoned Love”__The Supremes


“What’s Going On”__ Marvin Gaye


Y de propina:

"The Tracks Of Your Tears", de Smokey Robinson & The Miracles


"The Love You Saved", de The Jackson 5



Barcelona, del amor al odio

Una docena de escritores firman «Odio Barcelona», libro que airea las miserias de la capital catalana y denuncia su transformación en una «ciudad simulacro»


Se acabaron las palmaditas en la espalda. Como no todo van a ser mimos, carantoñas y encendidas declaraciones de amor del tipo ahora-te-hago-una-película-para-que-la-Sagrada-Familia-luzca-en-todo-el-mundo, empiezan a aparecer las primeras voces discordantes. Sí, también hay quien odia Barcelona y, peor aún, se atreve a explicar por qué. Atrás quedan esos tiempos en los que la ciudad sacaba pecho tras verse retratada en una película de Woody Allen, en un DVD de Bruce Springsteen o protagonizando la enésima declaración de amor de todos esos músicos que, en un alarde de originalidad propio de una ameba, cierran sus recitales con sofocados e intercambiables arrebatos folclóricos.


Ahora es el turno de las críticas, y de eso anda muy bien servido «Odio Barcelona», libro colectivo publicado por la editorial Melusina en el que una docena de jóvenes escritores airean las miserias de la capital catalana y denuncian su transformación en «un parque temático de vomitonas de niños Erasmus», como recoge Agustín Fernández Mallo en «Viaje-Experiencia Odio Barcelona», capítulo en el que el autor de «Nocilla Dream» transcribe las opiniones plasmadas en una máquina de escribir Olivetti por algunos transeúntes de la ciudad. «Odio Barcelona porque los bancos públicos son inservibles. Todos los barceloneses tenemos el culo plano. Tenemos el culo diseñado», se puede leer en uno de los pasajes más interactivos de un libro que, como buen artefacto de su tiempo, lleva varias semanas promocionándose por Internet a través de Myspace y tiene incluso un tráiler la mar de explícito colgado en Youtube en el que los autores bombardean metafóricamente la ciudad.

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