Es fácil acordarse de ellos. Seguro que Warren Ellis (The Dirty Three) sigue teniendo pesadillas y sudores fríos con esa banda que le aguó la presentación de “Ocean Songs” en el Primavera Sound barcelonés de 2007. No es para menos: mientras los australianos reproducían las estampas acuosas de su cuarto disco, tres catalanes semidesconocidos andaban metiendo un ruido de miedo en un escenario contiguo y llenándolo todo de electricidad estática, interferencias y pedacitos de canciones convenientemente despellejadas y trituradas.
Bien pensado, ¿qué otra cosa se puede esperar de una banda que se presentó en sociedad “como una gran bola cúbica de granito” con “Eki eki eki Kazaaam!” y que regresa ahora con “Macumba o muerte”, un disco en el que lo mismo reconocen la influencia de Monty Python y los cantos de los pastores de Tuva que se apropian de una canción tradicional siberiana y de los sonidos de un mercado árabe?
Que el disco lo haya masterizado Bob Weston (Shellac) en Chicago puede ser una prueba de que la cosa va en serio, pero si algo no necesitan Za son padrinos. Ellos solos se sobra y se bastan para orquestar una escabechina de free-jazz, hardcore desenfocado y afiladísimo punk de trinchera en la que solo tres tipos se las apañan para manejar hasta nueve instrumentos y decenas de referencias diferentes.
Ni siquiera necesitan letras o palabras inteligibles para firmar un impetuoso y alocado disco que, pura fibra y músculo, se deja caer por el despeñadero de la vanguardia procurando tropezar con cualquier estilo que implique meter ruido y hacer el indio. Será por eso que “Macumba o muerte” es, con sus trompetas como de mariachis beodos, sus ritmos de inspiración africana y el zumbido de unas guitarras que van de The Ex a Zu, uno de esos extrañísimos casos en los que experimentación no es sinónimo de aburrimiento, sino de todo lo contrario. La vanguardia es aquí algo crepitante, cercano, peligroso y amenazante. Algo vivo y, sobre todo, disfrutable.
(Artículo publicado originalmente en el suplemento ABCD Las Artes y Las Letras el 9 de mayo de 2009)
Bien pensado, ¿qué otra cosa se puede esperar de una banda que se presentó en sociedad “como una gran bola cúbica de granito” con “Eki eki eki Kazaaam!” y que regresa ahora con “Macumba o muerte”, un disco en el que lo mismo reconocen la influencia de Monty Python y los cantos de los pastores de Tuva que se apropian de una canción tradicional siberiana y de los sonidos de un mercado árabe?
Que el disco lo haya masterizado Bob Weston (Shellac) en Chicago puede ser una prueba de que la cosa va en serio, pero si algo no necesitan Za son padrinos. Ellos solos se sobra y se bastan para orquestar una escabechina de free-jazz, hardcore desenfocado y afiladísimo punk de trinchera en la que solo tres tipos se las apañan para manejar hasta nueve instrumentos y decenas de referencias diferentes.
Ni siquiera necesitan letras o palabras inteligibles para firmar un impetuoso y alocado disco que, pura fibra y músculo, se deja caer por el despeñadero de la vanguardia procurando tropezar con cualquier estilo que implique meter ruido y hacer el indio. Será por eso que “Macumba o muerte” es, con sus trompetas como de mariachis beodos, sus ritmos de inspiración africana y el zumbido de unas guitarras que van de The Ex a Zu, uno de esos extrañísimos casos en los que experimentación no es sinónimo de aburrimiento, sino de todo lo contrario. La vanguardia es aquí algo crepitante, cercano, peligroso y amenazante. Algo vivo y, sobre todo, disfrutable.
(Artículo publicado originalmente en el suplemento ABCD Las Artes y Las Letras el 9 de mayo de 2009)
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