Los discos, bendita enfermedad



Quienes coleccionamos discos a paletadas tendemos a pensar que estamos enfermos, que tanta estantería al borde del colapso y tanto metro cuadrado abombado por culpa de la música no puede ser nada bueno. Y puede que no lo sea pero, por fortuna, siempre habrá alguien que estará peor, más chiflado, completamente zumbado y, sí, mucho más enfermo. Es el caso de Paul Mawhinney, dueño de una descomunal discoteca -la mayor del mundo, dicen por ahí- que suma dos millones y medio de vinilos y más de 300.000 cedés. Casi nada. El caso es que Mawhinney quiere vender su colección de música por problemas de dinero y salud y no encuentra comprador. La colección está valorada en 50 millones de dólares, pero la falta de compradores le ha llevado a ponerla en el mercado por algo más de dos millones de euros. Vamos, que cualquiera que tenga unos milloncejos sueltos y espacio suficiente puede chafardear aquí.

Me entero de esto pocas horas después de descubrir que un amigo acumula en su casa más de 30.000 cedés y 10.000 vinilos, así que la ocasión viene que ni pintada para recuperar uno de los mejores momentos de "Pégate un tiro para sobrevivir", libro del periodista y crítico musical estadounidense Chuck Klosterman.

Tengo dos mil doscientos treinta y tres cedés. Aproximadamente el treinta por ciento de ellos los he recibido gratuitamente de sellos discográficos; esa cantidad representa menos del uno por ciento total de discos promocionales que recibo. Otro treinta por ciento de los dos mil doscientos treinta y tres discos los he escuchado menos de cinco veces, incluyendo uno (“The Best Of Peter, Paul And Mary) que ni siquiera he llegado a escuchar; sigue envuelto en celofán (lo tengo colocado junto a una copia de “Zen Arcade” de Hüsker Du con la esperanza de que, poco a poco, se fundan para formar una colección de caras B de los Pixies). (…) Tengo todo lo que Britney Spears ha sacado a la venta; eso se debe a que creo que algún día “lo necesitará”, a pesar de que no se me ocurre que podría generar dicha necesidad. Tengo más cedés que el noventa y nueve por ciento de los estadounidenses, pero menos que el cuarenta y cinco por ciento de mis amigos. Si descubro que un desconocido tiene más cedés que yo me siento intimidado y castrado. Pienso mucho en mis cedés. Me resulta extrañamente reconfortante mirarlos cuando estoy borracho”.


Sesteando con Mogwai


Después de "Mr.Beast" podía esperarse cualquier cosa. Cualquier cosa menos esto, claro. Y esto no es otra cosa que "The Hawk Is Howling", una tibia recapitulación con la que los autores de "Rock Action" se enroscan en sus propios tics, sacrifican vísceras en beneficio de análisis racionales y se olvidan de ese rock estomacal e inflamable que los convirtió en una de las bestias pardas del post-rock de los noventa. Ahora la bestia duerme y Mogwai sesetean con un disco técnicamente impecable y emocionalmente sedado. Eso sí: la espléndida "The Sun Smells Too Loud" pasa por ser una de las mejores canciones que han firmado los escoceses en los últimos años. Impagable también es el vídeoclip que alguien ha montado a partir de los restos de una delirante versión de “Apache” –sí, la de los Shadows- firmada por el danés Tommy Seebach.


Entrevista con Michael Stipe



R.E.M están en su mejor momento, Barack Obama será el próximo presidente de Estados Unidos y discos como "Up" y "New Andventures In Hi-Fi" mejoran con el tiempo. Todo esto y algunas cosas más me contó Michael Stipe en una entrevista que apareció ayer en el diario ABC. Fueron sólo diez minutos de conversación telefónica -una birria, lo sé-, pero tampoco es tan normal que el líder de R.E.M descuelgue el teléfono para embarcarse en una sesión de promoción express. Será que después del batacazo del Doctor Loft, los de Athens no quieren más sorpresas. Como propina, aquí va una toma en directo en "Man Sized-Wreath" grabada para una televisión francesa.


Dime dónde tocas...


Si ayer eran los taxis londinenses y las Black Cab Sessions, el turno es hoy para los “Concerts a Emporter” de La Blogotheque, web francesa que gusta de poner a tocar a sus invitados en los lugares más insólitos. De momento ya se ha podido ver a Vampire Weekend cantando por la calle, a Arcade Fire asardinados en un ascensor, a R.E.M en una furgoneta y con el conductor utilizando el volante como instrumento de percusión, a The Hidden Cameras en la orilla de un canal, a Animal Collective en un carrito de supermercado, a Elvis Perkins en unos grandes almacenes parisinos… Otra buena demostración de que, pese a los lloriqueos de la industria, siempre habrá quien vaya un paso por delante con soluciones imaginativas y sugerentes.


¿Necesitas un taxi?

Mientras por aquí la Renfe decide prescindir de hilo musical, los británicos continúan perfeccionando las Black Cab Sessions, insólitas pildorillas musicales grabadas en el interior de un taxi londinense en las que ya han participado Daniel Johnston, Micah P. Hinson, Damien Jurado, The New Pornographers, Death Cab For Cutie, Fleet Foxes o Badly Drawn Boy, entre muchos otros. El último capítulo lo protagoniza Brian Wilson, quien anuda la reciente "That Lucky Old Sun" a la histórica "California Girls". Un ejemplo perfecto de arte espontáneo y en movimiento.

Okkervil River __ Pop Lie




"He's the liar who lied in his pop song,

and you're lying when you sing along"

El pop es mentira; las canciones son un timo y el cantante no es más que un farsante que lo tiene todo calculado para arrastrarte hacia su mentira. Lo explica Will Sheff en "Pop Lie", una de las gemas del soberbio "The Stand Ins", el nuevo álbum de Okkervil River. El vídeo, cutre y ratonero, es lo mejor que he podido encontrar.



Pop Lie - Okkervil River

Quince años de "In Utero"


El pasado domingo, 21 de septiembre, se cumplieron 15 años de la edición de "In Utero", último álbum "en vida" de Nirvana y disco que dio el carpetazo definitivo al grunge. Fue, como recordaba Nando Cruz en un artículo publicado ayer en El Periódico de Cataluña, un disco desafiante con el que Kurt Cobain trató de amortiguar el impacto mediático de "Nevermind" y recobrar de nuevo las riendas de su carrera. No lo consiguió y, apenas siete meses después de la edición del disco, la historia acabó como todo el mundo sabe.


Fleet Foxes __ White Winter Hymnal

Primal Scream en el BAM



Puede que ya no muerdan como antes y que sus discos dibujen una vertiginosa línea descendente pero, qué diablos, Primal Scream son Primal Scream, obreros del rock especializados en tareas de demolición que el sábado protagonizaron un multitudinario concierto en el BAM, festival de música alternativa incrustado en las fiestas de la Mercè de Barcelona. Lejos queda su memorable actuación en el mismo festival hace 10 años, pero piezas como "Swastika Eyes" y "Movin' On Up" siguen manteniéndolos a flote.



El chaparrón de Calle 13
















Los puertorriqueños impusieron sus ritmos latinos en una primera noche de BAM que, a pesar de la lluvia, sólo quedó algo deslucida por la suspensión de los escenarios de la plaza de la Odissea y de la antigua fábrica de Fabra i Coats.



A trancas y barrancas, con dos escenarios fuera de juego por culpa de la lluvia y el público haciendo malabarismos con el paraguas para poder seguir los conciertos con cierta normalidad, la música de la Mercè comenzó a desparramarse anteanoche por el centro de la ciudad con un ritmo que, por momentos, parecía adecuarse a los caprichos de la meteorología. Así, entre la sequía creativa de los esperpénticos The Do, la fina llovizna de las canciones que mojan pero no empapan de Facto De La Fe y Las Flores Azules y el torrencial chaparrón rítmico de Calle 13, el BAM abrió las puertas de su decimosexta edición con un ojo pendiente del cielo y el otro tratando de orientarse entre los continuos volantazos estilísticos.

No hubo demasiadas sorpresas en una noche que vivió su primer lleno en la plaza Reial con la actuación de Facto De La Fe y Las Flores Azules. Animosos y vitalistas, los barceloneses reordenaron su colección de préstamos del hip hop desengrasados por la solemnidad del pop y consiguieron que el público acabara olvidándose del tiempo. Empezaba a llover de verdad, pero nadie parecía inmutarse. Incluso los lateros, previsores ellos, se adecuaron a las inclemencias del tiempo y, visto y no visto, en pocos minutos habían cambiado las cervezas por los paraguas. Mucho más laberíntico, brumoso y con una arquitectura rítmica repleta de matices jamaicanos, el estreno de Cirkus en la plaza dels Àngels sirvió para reencontrarse una Neneh Cherry en espléndida forma y comprobar cómo los restos del trip hop siguen atomizándose en partículas electrónicas cada vez más fragmentadas y minúsculas.

A la una de la mañana, el Parc del Fòrum, camión escoba con el que el Ayuntamiento quiere barrer cualquier tipo de aglomeración en el centro de la ciudad pasada la madrugada, ya empezaba a medio llenarse. Es lo que tiene el Fòrum: es tan desproporcionadamente grande que siempre se queda a medio llenar. Aún así, ni todos los metros cuadrados de cemento del mundo conseguirían disimular que mezclar las churras de Melendi con las merinas de Calle 13 y el traqueteo sintético del discjockey que recibía a los visitantes con un crochet electrónico directo al tímpano sigue siendo, como mínimo, inapropiado. Máxime cuando la ubicación de los escenarios era como una jornada de puertas abiertas a la contaminación acústica y las canciones anestesiadas servidas en el escenario de Cadena 100 acababan haciéndose un lío con la barra libre de rimas que Shotta,Chacho Brodas y Ari servían a (demasiados) pocos metros.

En la primera noche de BAM, el rap español tomó la palabra, pero el auténtico revolcón rítmico llegó de la mano de Calle 13, nuevos paladines de la música urbana que, como unos Fabulosos Cadillacs sintéticos y desquiciados, se reivindicaron como exploradores de los ritmos latinos y aventureros de un género, el reggaeton, que han dinamizado a fuerza de inyectarle destellos de cumbia, son, hip hop, bases electrónicas e incluso arreglos balcánicos. Deslenguados y exhuberantes, los puertorriqueños alternaron el alto voltaje de “El tango del pecado” y “La cumbia de los aburridos” con la denuncia social de “Pal Norte” y el estreno de la inédita “Fiesta de locos” y acabaron firmando los cincuenta minutos más explosivos e incendiarios de la noche inaugural de la Mercè.