Bob Dylan cambia de mano


Veamos, ¿queda algo por decir de Bob Dylan? ¿Algo nuevo que escribir? Poeta visionario, renovador de la tradición norteamericana, eterno candidato a un Nobel que, según parece, le va a seguir esquivando unos cuantos años, huraño corredor de fondo, leyenda de carretera y manta, enemigo de los focos, guitarrista eternamente escondido tras una barricada con forma de teclado… Parece que a estas alturas, no queda nada por descubrir del autor de “Like A Rolling Stone”. ¿O sí? Quizá a nosotros se nos acaban las palabras, pero a él no. Eso seguro.

O eso parece después de ver cómo ha tirado del hilo de “‘Life Is Hard’, tema compuesto para la película ‘My Own Love Song’, de Oliver Dahan, y se ha acabado tropezando con “Together Trough Life”, un disco que, efectivamente, no estaban en el guión. Y precisamente por eso, por esa inesperada erupción de creatividad, el disco número 46 del de Duluth presenta a Dylan con las mismas cartas de siempre pero jugando una mano diferente.

Sí, diferente: después de una tacada de discos líricamente amargos, “Together Trough Life” suena a divertimento. Pero no divertimento como sinónimo de menor, sino como sinónimo de pasarlo en grande revolcándose en la ciénaga del blues, dibujando pinceladas de música cajún aquí y allá y dejándose llevar por el acordeón de David Hidalgo (Los Lobos) y la guitarra de Mike Campbell (The Heartbreakers).

Asegura Dylan que se trata de un disco de “romanticismo afilado”, y aunque la ironía siga campando a sus anchas, los versos suenan menos lóbregos que antaño y las continuas rozaduras estilísticas, del blues al rythm’n’blues pasando por el rock de los años cincuenta, el tex-mex y las especias norteñas, iluminan este álbum con una luz diferente. La luz del amor hallado y, sobre todo, perdido.

(Artículo publicado originalmente en el suplemento M360 de ABC el 1 de mayo de 2009)



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