Buzzcocks y los caminos del punk




“Parecéis los putos Pink Floyd", gritó alguien desde la barra mientras Pete Shelley y Steve Diggle, de espaldas al público, exprimían a conciencia el sonido de sus guitarras.

No fue para tanto, la verdad, pero por algún lado les tenía que salir la edad a los Buzzcocks, impecables en escena hasta que empezaron a embarcarse en pasajes instrumentales cada vez más disparatados. ¿Pink Floyd? Para nada, por más que a uno le entrasen ganas de arrearle al batería con las baquetas hasta que se le borrase de la cabeza la palabra solo. Porque, ¿hay algo menos punk que un solo de batería?

Habrá quien piense que el concierto en sí –pioneros de punk desandando el camino para interpretar íntegramente sus dos primeros trabajos– ya era un atentado en toda regla a los preceptos básicos del punk, el no future y memeces por el estilo, pero lo de los Buzzcocks, lo de ESTOS Buzzcocks, es cosa seria. O por lo menos lo fue durante la mayor parte del concierto. Nada que ver con aquel cuarteto de hooligans alcoholizados que hace un par de años espachurró su repertorio como una molesta e inesperada factura.

En el Apolo, los Buzzcocks se comportaron como lo que son, como señores mayores con el vigor de una panda de adolescentes cabreados. Se merendaron “Another Music In a Different Kitchen” y “Love Bites” a velocidad de crucero, consiguieron remontar la evidencia de que sus discos de estudios son sensiblemente inferiores a sus singles y fueron encadenando mazazo tras mazazo. De “Fast Cars” a “Ever Fallen In Love pasando por “No Reply”, “Sixteen” o “Autonomy”, todo fueron espasmos eléctricos, detonaciones de power-pop envenenado y canciones disparadas en ráfagas mortales. Sin descanso. Sin pausas. Sin parones.

Una auténtica lección de supervivencia para tanto joven prematuramente envejecido que, a pesar de encallarse ligeramente en el tramo final, alcanzó su punto justo de cocción en unos bises para el recuerdo: “Orgasm Addict”, “What Do I Get?”, “Promises”, “I Don’t Mind”, “Love You More” y “Harmony In My Head”, el abecé del punk recitado a la carrera y corriendo más rápido que la nostalgia.

Un concierto vibrante, enérgico y con un sonido brutal que resumió en hora y media la historia del punk. El de ayer y, claro, el de siempre.



2 comentarios:

Esther* dijo...

Aiiiis! lo leo y me da aún más pena no haber ido, conciertos así una no sabe cuando se repetirán...

Arnau Sabaté dijo...

jo els he vist els dos últims cops a bcn i deixant de banda el del primavera, el del Apolo va ser genial. intueixo per la crítica que li va faltar algo al concert...