Hello Cuca, la historia de una actitud


En el sobrecargado universo discográfico, existen dos tipos de discos recopilatorios: los que ni siquiera se pueden reciclar como posavasos y los que, por contra, son sencillamente imprescindibles y absolutamente necesarios. ¿Adivinan a cuál de las dos categorías pertenece “Esplendor en la arena”? Han acertado. He aquí uno de esos trabajos que permiten explicar no solo la historia de la banda protagonista, sino también la de buena parte de la música independiente más próxima y reciente.

La banda en cuestión no es otra que Hello Cuca, trío murciano formado y Alfonso Melero y las hermanas Lidia y Mabel Damunt y cama elástica sobre la que rebota en busca de impulso buena parte de la escena indie española. Porque Hello Cuca no son como los demás. Ni se parecen, vamos. Llegaron de La Manga del Mar con muchas ganas de armar ruido y en doce pausados y guadianescos años se han convertido en la mezcla perfecta de ética y estética aplicada al pop.

Apenas tocan en directo, publican sus canciones solo cuando les apetece desde su propio sello Rompepistas y casi toda su producción está desperdigada en discos de 7”, recopilatorios, LP’s compartidos y EP’s semiclandestinos. A este goteo creativo trata de poner ahora un poco de orden el sello Astrohúngaro con “Esplendor en la arena”, antología definitiva que recoge treinta y tres canciones que los autores de “Rompetelalma” se habían dejado desperdigadas a lo largo y ancho de la última década.

Espléndido retrato de la evolución inversa de la banda –el viaje arranca con la canción más reciente y se cierra, una hora después y echando chispas, con la más antigua–, este trabajo subtitulado “33 canciones bajo el sol” completa la panorámica que va del punk feminista y espartano anudado a las enseñanzas de Sleater-Kinney y las riot grrrl de “Hormigas robot” al blues rock destartalo y como de juguete de “Párate aquí”. Entremedio, Hello Cuca se las han ingeniado para alumbrar canciones para hacer el cavernícola sin perder la compostura (si es que eso es posible), estribillos de un minimalismo desbordante e himnos electrocutados de los que uno sale con las pestañas chamuscadas y ganas de más.

A esta última necesidad dan respuesta incluyendo cuatro temas inéditos que, de los coros repletos de du-du-as de “Oh, Luba” a ese nuevo himno que es “Juanita Lágrima”, continúan depurando con emoción e intensidad la historia de una banda que le ha devuelto el significado a palabras tan manoseadas y vacías como rebeldía, autogestión y actitud.

(Artículo publicado originalmente en el suplemento ABCD Las Artes y las Letras el 11 de abril de 2009)

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