Super Furry Animals, de nuevo con los cables cruzados


“Free your mind… and your ass will follow”, cantaba el inigualable George Clinton, extraterrestre del funk y emisario de un planeta muy lejano que, cada vez queda más claro, debió alojar en otro tiempo el ovni con el que los galeses Super Furry Animals aterrizaron ya hace algunos años sobre el pop británico. ¿Su misión? Fácil: demostrar que la rareza con canciones entra y poner en órbita sus chifladuras cósmicas sin renunciar al socorrido amarre de los estribillos, estrategia que les convirtió durante unos años en la banda más divertida del planeta y les llevó a firmar auténticas obras maestras del disparate como “Rings Around The World”. El delirio, una vez más, al servicio de la regeneración creativa.

No hace mucho, sin embargo, los galeses empezaron a ser normales. Demasiado normales, incluso. Se habían acostumbrado a nosotros, sus canciones avanzaban en línea recta y discos como “Love Kraft” y “Hey Venus!” parecían como infectados por el virus de la más absoluta cordura. Es más: el rastro de la banda empezó a desdibujarse entre los proyectos paralelos de Gruff Rhys, cantante y hombre para todo que lo mismo ponía voz a astracanadas de tecno-pop bufo como Neon Neon que firmaba un álbum en solitario con canciones de cuna psicotrópicas y odas a Ronaldinho. Todo apuntaba, en fin, a que Super Furry Animals habían perdido fuelle y magia y, sin embargo, aquí está “Dark Days/Light Years” para rehabilitar la imagen de una banda que sale de nuevo a escena con los cables cruzados y, como su propio nombre indica, ganas de hacer el animal.

Liberada la mente, solo queda dejar que el resto del cuerpo se anime y siga sus pasos, y a eso precisamente se dedican los autores de “Calimero” en su noveno disco de estudio. Siempre se las ha apañado el quinteto de Cardiff para convertir su afición por el pastiche en una robusta y pegadiza colección de canciones con pies y cabeza, pero “Dark Days/Light Years” fuerza aún más la máquina para construir un alocado rompecabezas de funk intergaláctico, psicodelia alucinada, brochazos de rock duro, intimidades acústicas, electrónica satinada y pop cegador. Todo perfectamente entreverado y convenientemente abollado para que nada parezca lo que realmente es.

En manos de cualquier otro grupo estaríamos hablando, en efecto, de un auténtico disparate, pero Super Furry Animals convierten lo que parece un sinsentido en una imbatible cadena de himnos (“Helium Hearts”, “Inaugural Trams”, “Mt”, “Where Do You Wanna Go”) soldados a una serie de jugosos experimentos sintéticos (“The Very Best Of Neil Diamond”, “Pric”) servidos con los ojos en blanco y los cables cruzados. Sí, otra vez. Y que dure.
David Morán

(Artículo publicado originalmente en el suplemento ABCD Las Artes y las Letras el 25 de abril de 2009)

0 comentarios: