Black Lips y el gamberrismo ilustrado


Incluso para ser un completo descerebrado hace falta una pizca de talento.

De poco sirve entregarse en cuerpo y alma al goce memo y gamberro y coleccionar acusaciones de comportamiento inmoral sobre el escenario si luego no hay unas canciones que equilibren la balanza y justifiquen salir de gira a hacer el cafre. Sí, la pescadilla que se muerde la cola pero en versión indie mugriento. Así que, resumiendo, los Black Lips son unos descerebrados con canciones.

Con grandes canciones, si me apuran.

Enquistados en el corazón del garage, ahí donde el pop se deja pervertir e invitar a rondas de brebajes cada vez más sospechosos, los de Atlanta siguen comportándose como unos hunos silbantes y recogen casi todo el caos sembrado en los últimos años en un disco que customiza el sonido Nuggets con un amasijo de guitarras grasientas, estribillos para recitar de memoria, percusiones primitivas y zarpazos a The Velvet Underground, The 13th Floor Elevators y los New York Dolls.

Quizá no sea tan pop, redondo y despejado como el anterior “Good But Not Evil”, pero “200 Million Thousand” va más allá en su intento por recuperar el envoltorio psicodélico y legañoso de sus anteriores producciones y encajarlo en nuevos himnos beodos y agitados como “Drugs”, “Let It Grow”, “Short Fuse” o “Body Combat”.

Un disco-bisagra que potencia la imagen de Black Lips como delicioso y adictivo barullo sonoro.

(Artículo publicado originalmente en el suplemente ABCD Las Artes y Las Ciencias el 28 de febrero de 2009)


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