Vivian Girls y el pop de baja fidelidad



Diez canciones, veinte minutos y un auténtico festín de baterías con eco, guitarras correosas y estribillos lijados. El abecé del pop recitado de memoria y con carrerilla. El espíritu original del punk transplantado en tres chicas de Brooklyn que, a pesar de no ser tan fieras como Mika Miko, se entretienen encajando las cabezas de las Ronettes en los muñecos articulados de The Jesus & Mary Chain.

Como una girl band de los sesenta lanzada con catapulta sobre la marmita del noise-pop, Cassie Ramone, Kickball Katy y Ali Koehle son la versión afeminada de Sleater-Kinney; una nueva horda vikinga con tacones y maquillaje que canta sobre volverse loco y acabar hecho unos zorros mientras envenena melodías resplandecientes y se esconde tras un muro de sonido como el de Phil Spector pero en versión cafre y ruidosa.

Puede que en “Tell The World” suenen como una versión desenfocada y trapera de las Go-Go’s, pero son piezas como “Damaged”, “I Believe In Nothing”, “Where Do You Run To”, aceleradas y frenéticas detonaciones pop servidas entre espasmos y calambrazos de distorsión, las que mejor acotan la identidad de una banda que, con un poco de tiempo y suerte, podría acabar convirtiéndose en la hermanastra perversa y contestona de las Shangri-Las.




(Texto publicado originalmente en el suplemento ABC De Las Artes y Las Letras el 31 de enero de 2009)

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