Morrissey, el maestro de las tormentas



Es algo que no se olvida, pero para mal.

La imagen de Morrissey y su banda posando completamente desnudos y tapando sus vergüenzas con singles de 7” estratégicamente situados –sí, sí, justo ahí– es una de esas que cosas que justificarían la invención de un botón de delete para el cerebro. La fotografía en cuestión es la excusa para promocionar el single “I’m My Arms Around Paris”, pero también una nueva paletada de cemento para reforzar esa fe, cada día más ciega, cada vez más inestable, en el músico británico.

Morrissey, el fino estilista del pop, el dandy vanidoso, llevando la teoría a la práctica y exhibiendo sin reparo unas lorzas a juego con las rugosas turbulencias emocionales que luce en “Years Of The Refusal”. Será que los nuevos tiempos requieren estrategias más agresivas. O simplemente que se ha hartado de llevar la procesión por dentro y ahora la luce sin pudor ni recato. Para verlo. O, mejor dicho, para olvidarlo.

Porque, a todo esto, Morrissey tiene nuevo disco en solitario. El noveno desde que bajó la persiana de The Smiths y el primero en el que el rock amenaza con destronar al pop con un musculoso y crispado golpe de estado. Pero como ocurre con la imagen olvidable del párrafo anterior, tampoco es casualidad que “Years Of Refusal” suene a pararrayos en plena tormenta eléctrica: tres años después del vitalista “The Ringleader Of The Tormentors”, Morrissey vuelve a verlo todo negro carbón, y nuevas tragedias necesitan nuevos envoltorios. “Sólo la piedra y el acero aceptan mi amor”, asegura en “I’m Throwing My Arms Around Paris”. Otra vez la electricidad. Otra vez el desamor. Otra vez Morrissey, el maestro de las tormentas.

Siguiendo el camino musculoso de “You Are The Quarry”, el británico se pasa de frenada en su acercamiento al rock y, salvando hallazgos como “That’s How People Grow Up” o “Something Is Squeezing My Skull”, firma uno de sus trabajos más tensos y crispados, pero también uno de los más espesos.

Tocado y hundido de nuevo, Morrissey se debate entre el baladista de “You Were Good In Your Time” y el rockero adulto de “Sorry Doesn’t Help” sin acabar de sacar casi nada en claro. A no ser que uno conciba este “Years Of Refusal” como un complejo vitamínico con el que el británico se entretiene engañando al tiempo y mirando hacia otro lado mientras el calendario le informa de que, con músculo o sin él, los cincuenta está a la vuelta de la esquina.

David Morán

(Artículo publicado orginalmente en el suplemento M360 el 20 de febrero de 2008)

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